lunes, 30 de mayo de 2011

NUEVAS ABSTRACCIONES (trabajo personal)

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. PALACIO DE VELÁZQUEZ. PARQUE DEL RETIRO 25 ABRIL- 23 JUNIO DE 1996
La pintura abstracta vuelve a las galerías de arte y se consolida una nueva tendencia artística. La mayoría de los artistas relacionados no son particularmente jóvenes, sino pintores que gozan ya de un enorme prestigio  de forma individualizada.
A principios de siglo, durante los años de apogeo de las vanguardias históricas, la abstracción fue el símbolo de la modernidad y llegó incluso a convertirse, durante los años de entreguerras, en algo paralelo a los movimientos políticos revolucionarios. A partir de los 60, se convirtió en algo más formal y decorativo.
En los años 60 y 80, la pintura reemerge de una forma dramática como una forma viable y popular de expresión. Hasta hace muy poco no se ha vuelto a hablar de abstracción como una forma de arte adecuada para expresar las complejidades de nuestro tiempo. La obra de filósofos y críticos como Arthur C. Danto, David Carrier… y los textos de artistas como Estephen Ellis y Peter Halley, han sido determinantes para que esto ocurriera. El problema principal de la abstracción pictórica hasta ahora, era que los discursos de la misma venían siempre asociados a la modernidad. Para solucionar este error, ha sido necesario redefinir la abstracción y la modernidad.
Los nuevos pintores abstractos, ponen en tela de juicio los dogmatismos formales y visiones unívocas de forma militante. Seguramente ninguno de ellos, concibe su arte de forma militante, como tampoco creerá en la posibilidad de crear pictóricamente un paradigma totalitario, substitutorio y equivalente del orden natural.
Hoy en día, cuando hablamos de abstracción, lo hacemos para referirnos a un material o unas formas que pueden ser libremente utilizados sin necesidad de referirse a una moral particular.
Los pintores del siglo XX, hablan de nuevo de cuestiones como belleza y ligereza, apartándose de la dictadura de lo políticamente correcto propia del arte didáctico. Estos artistas abstractos utilizan los estilos del arte moderno como medio y no como fin. Demuestran que la abstracción puede significar algo más que la acumulación de unos gestos desgastados.
Ritcher, piensa que en un cuadro hay que reunir con la mayor libertad posible, y de manera viva y viable, las cosas más diversas y más contradictorias.
Sean Scully, todavía más revelador, nos dice que el modo de convertir la pintura abstracta en específicamente emocional, consiste en hacer que la relación entre las formas y el artista sea tan profunda que la relación entre las formas y el artista sea tan profunda que la articulación de estas formas, en relación a los colores y a la superficie, se transforme en una relación de enorme alegría y enorme dolor, y pueda ajustarse hasta el punto de que estas sensaciones se perciban como sentimientos cuando se cruce la barrera que hay entre lo que se siente y lo que se ve.
Los pintores que constan esta exposición no forman ningún grupo homogéneo, ni por generación ni nacionalidad, ni siquiera por planteamientos estéticos, ya que van de la objetividad a la subjetividad a través de toda una serie de gamas intermedias y sin llegar nunca a los extremos. Pintores como Bernard Frize o Prat Steir, tienen un sistema de trabajo más analítico o conceptual, pero no dejan de admirarse  de sus resultados, los cuales debemos contemplar como algo más que una documentación en proceso. Sin embargo, pintores como Per Kirkeby o Xavier Grau, responden más bien a una suerte de automatismo crítico, en el que el pintor solo a veces se identifica con sus gestos, construyendo el cuadro de una forma contralada.
La exposición se basa en un arte que ya no es fantasmático, puesto que si hay un escenario, la propia exposición, pero carece de sujeto. El operador y el lector no pueden ya involucrarse en una composición conceptual. El arte se encarga de su propia teoría, solamente puede hablar, reduciéndose a la palabra que podía manifestar por sí mismo.

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