jueves, 3 de febrero de 2011

CONFERENCIA DE ESTRELLA DE DIEGO “ECHARSE A LA CALLE”

En los años 50 y 60, Brasil y la historia de su modernidad artística e intelectual, empieza, aunque con lentitud a entrar en los libros de texto gracias al auge de los artistas de latino América. A pesar de no mostrar interés en todo lo sucedido en Brasil, estaba sucediendo una de las escasas experiencias de la cultura de occidente que demuestra como los conceptos antitéticos irreconciliables son tales debido a un solo consenso de pensamiento.
En los años 60, en Río de Sau Paulo, el arte salía a la calle. Alicia Clarks, con su obra “Nostalgia del cuerpo” desbordaba en el museo e implicaba al espectador, el artista lo hacía de una forma más radical que en cualquier otra zona del mundo, donde el auge de los happening suponía una de las grandes revisiones de las obras del arte al uso, básicamente y más aún revisaba el territorio de las artes. Los artistas buscaban esa obra de arte total que implicaba al espectador.
El happening, se refiere al hecho de ocurrir al azar, sin predimitación. Se trata de un tipo de arte relacionado con la teatralidad con un modo de representación, donde el factor transcurso es determinante.
Adam Caprel, el codificador para muchos de los años 60, define el término happening, como una forma de arte relacionado con el teatro que se llevaba a cabo en un espacio y en un tiempo determinado. La estructura y los contenidos, son la extensión lógica de los entornos. Los entornos, eran otra alternativa donde el arte al uso empezó a crecer en esos años y cuyo propósito era implicar al espectador, al cuerpo del espectador en la propia obra de arte, se trataba de esculturas, muebles, espacios construidos… para ser paseados. Un arte participativo, donde el público no se limitara a mirar a donde había objetos reales y que a su modo contribuía a revisar el espacio mismo de la zona expositiva.
En 1971, el happening era directamente en la calle, lo importante era notar como la incorporación de la teatralidad al arte, no revisaba solo el valor del lienzo y el espacio escultórico, sino la misma noción de teatro. Si en la escena el actor pretende hablar y prepararse el papel, el artista idea piezas en las que los actores se ven obligados a actuar espontáneamente sin guiones previstos y a menudo sin diálogo, y el público conforma la representación. El cuerpo del artista involucra al cuerpo del espectador. De aquí la importancia del happening, aunque la mayoría de las propuestas actuales estén más cerca del performance donde se dejan menos cosas al azar.
Brasil no se limita a romper el marco y buscar nuevos lugares para el hecho artístico, su mérito reside en poner en evidencia las contradicciones del discurso occidental.
Lidia Papic, artista brasileña muy importante de los 60, en su happening mestiza el elemento constructivo con la presencia física.
Otra brasileña, Nazaret Pacheco, realiza una obra con perlas y cuchillas. Se trataba de vestidos asesinos que animaban a volver al cuerpo de una forma sencilla, a través de un abrazo estrecho clavándose en la piel, cortando sin dolor como lo hacen las cuchillas de afeitar.se trata de un arte para tocar sin ser tocado.
En 1994, en la bienal de Sau Paulo, Helen Claws, ha fijado la mirada en un material como es el chocolate, sustancia comestible. Derretía chocolate y luego las fotografiaba para reflejar esa sensualidad producida por la masa marrón, inequívocamente carnal. No se limitaba a fotografiar la esencia misma del pecado, sino que traía a la memoria la operación de introducir ese chocolate en la boca, lo sólido va perdiendo consistencia lentamente. En 1944, decidió dar un paso más allá, construyó una fuente de la que emanaba chocolate en lugar de agua. Era una obra que como cualquier otra, estaba ahí para ser observada, a pesar del olor que ocupaba el espacio del espectador. El chocolate había producido su razón de uso.
El arte nos tiene acostumbrados a mirar y sentir lo menos posible dentro de lo que sucede en el propio ojo. Algunos jóvenes artistas brasileños creaban en los años 90, obras para oler, obras realizadas con especies, que de alguna forma llenaban el espacio de olor, los perfumes invadían el espacio demostrando la fragilidad del ojo en un sentido tan fuerte como es el olfato.
El arte de Brasil de los años 60, se echaba a la calle sobre todo para romper con los términos al uso para el arte o hasta proponer determinadas acciones justo allí, en los territorios tradicionales del arte, museos, galerías…
Tipos de arte como el copy art, bodycopy art… solían circular por ámbitos más o menos privados, y se enviaban por cartas, por faz… y no eran obras para ser expuestas en un museo o en una exposición.
En los años 60, un grupo de artistas decidieron abandonar la ciudad y echarse a la calle, al campo (land art). La propuesta de estos artistas era suprimir el marco, el museo, a través de una apropiación de los marcos naturales, buscar lugares diferentes y sobre todo inaccesibles.  Desiertos, tierras fantasmagóricas, lugares donde era necesario desplazarse de una forma en la que revestimos a la obra de cierto misterio. Había que llegar allí para ver la obra sino querías conformarte con una foto o un video. Se trataba también de la recuperación de un cierto secreto que solamente algunos conocen, en un momento en que todo lo relacionado con el arte parece ser excesivamente público.
A mediados de los años 80, se intentó que el arte saliese de los museos para no entrar nunca más. Los grafiteros apoyaron esta idea. Se trataba de un arte activista que resumía la auténtica esencia de lo público.
Uno de los temas básicos para las propuestas activistas ahora son aquellos proyectos derivados de aquellas contradicciones implícitas del uso de poder, más concretamente a las actuaciones derivadas a la desglobalización de poder.
El ordenador también es otra forma de sacar el arte de los museos, es un activador político, van apareciendo nuevos centros de poder, que van accediendo a la información a través de la red y participando de esa información, interviniéndola, reorganizándola, etc. Este sistema te permita la posibilidad de que cualquier artista en cualquier lugar del mundo, comparta sus emociones. Ya no es necesario una sala para compartir el trabajo. Se opta por un tipo de trabajo donde todos podemos intervenir en la obra, muy defendido por las posiciones progresistas.
Las obras de arte dejan de ser simplemente estéticas, ahora deberán ser analizadas por el ojo.